Fernando de Rojas (La Celestina, 1499) / El Huerto de Calixto y Melibea

Igual que Romeo y Julieta tienen su jardín en Verona (Italia), en Salamanca tienen el suyo Calixto y Melibea. Fernando de Rojas publicó en 1499 La Celestina, una obra maestra que cuenta los secretos amores de los dos amantes y su triste final. Al amparo de las sombras subía Calixto el muro que separaba el jardín de la calle para visitar a su amante, y por ese mismo muro cayó y se desnucó una noche en que huía precipitadamente de allí. Ni Melibea, ni Calixto, ni el resto de personajes podían imaginarse un fin tan trágico para un comienzo tan dichoso.







Enrique de Villena (1384-1434) / La Cueva de Salamanca

Dice la leyenda que bajo los restos de la iglesia de san Cubran se encuentra la cueva en la que el diablo (o un infame sacristán a su servicio) enseñaba artes oscuras. Siete años duraban los estudios y siete eran los alumnos. Al finalizar, uno de éstos, elegido al azar, pagaba por todos con su libertad, quedando al servicio del diabólico profesor, que usaba la sacristía de la iglesia como escuela de brujería. Uno de los alumnos que pasaron por allí fue el escritor Enrique de Villena, al que la mala suerte le apunto con el dedo como el infeliz que tuviese que quedarse al servicio del maligno.







Santa Teresa de Jesús (1515-1582) / Calle de Crespo Rascón, Casa de los Ovalle

El siglo xvi fue una época de nuevas ideas y mucha agitación. La mentalidad de las gentes cambiaba, las sociedades también. En toda Europa corren vientos de reformas. en política, en la ciencia, en la literatura, en las creencias religiosas. Teresa de Jesús fue una mujer de armas tomar, una monja que quería cambiar muchas cosas guiada por sus convicciones religiosas. Recorrió media España fundando nuevos conventos de su orden. Su ímpetu reformista, sus visiones místicas y su temperamento le granjearon enemigos dentro de la propia Iglesia. Pero eso no la detuvo. También escribió obras líricas, textos religiosos y obras místicas.







Fray Luis de León (1527-1591) / Patio de Escuelas, Aula Fray Luis de León

Fray Luis de León fue un fraile agustino dedicado al estudio, las traducciones, la poesía y la enseñanza. En la Universidad impartió clases de Teología y Sagradas Escrituras. Sus numerosos enemigos en la propia Iglesia y entre los profesores de la Universidad no le perdonaban su independencia y la defensa de sus opiniones. Su vida y su obra son ejemplo de rebeldía frente a los poderosos o a las opiniones dominantes. Cuentan que, al regresar a sus clases tras años encarcelado, pronunció estas significativas palabras: "Como decíamos ayer...".







Anónimo (El Lazarillo de Tormes, 1554) / El verraco del Puente Romano

Hace casi 500 años se publicó un relato tan atrevido que para ser publicado hubo que eliminar algunos fragmentos. Tal vez por eso, su autor prefirió ocultar su identidad. Se titulaba La vida de Lazarillo de Tormes y de sus fortunas y adversidades. Era la historia de un pobre muchacho que cuenta su duro aprendizaje con cada uno de los amos a los que debe servir. Todos le enseñan algo, pero no precisamente generosidad o amistad, sino hipocresía, crueldad o egoísmo. Por primera vez, el protagonista de una novela era una persona de clase baja. Se llamaba Lázaro y, como él mismo cuenta, nació en Salamanca, a la orilla del río, en Tejares.







Diego de Torres Villarroel (1694-1770) / Palacio de Monterrey

Este salmantino tuvo una vida tan agitada, extravagante y entretenida que daría para varias novelas. Estudió en la Universidad hasta los veinte años, pero su temperamento díscolo le empujó a faltar a clase, meterse en peleas, robar a otros compañeros y hasta en la despensa del colegio, por lo que se ganó el sobrenombre de piel de diablo. A causa de sus fechorías escapó a Portugal donde llevó una vida aventurera de ermitaño, bailarín, torero, alquimista... A su vuelta a Salamanca obtuvo la cátedra de Matemáticas. También se empapó de lecturas de artes mágicas y alquimistas que le granjearon fama de brujo y adivino.







Miguel de Unamuno (1864-1936) / Calle de Bordadores

Unamuno es el escritor del siglo pasado que mejor representa a Salamanca. Salmantino de adopción, como tantos otros que llegaron para quedarse, fue catedrático de Griego y rector de la Universidad durante muchos años. Escritor y filósofo, cultivó la novela y en menor medida la poesía, el teatro y el ensayo. Fue un hombre controvertido por sus ideas y por la intensidad con que las expresaba, sin importarle las consecuencias. Se enfrentó al poder, sufrió cárcel y exilio. Gran conocedor de Salamanca, de las costumbres de la ciudad y sus pueblos, dedicó hermosos poemas a nuestra ciudad.







Gonzalo Torrente Ballester (1910-1999) / Plaza Mayor

Este año se cumple el centenario del nacimiento de este escritor que pasó los últimos veinticinco años de su vida en nuestra ciudad. Llegó a Salamanca para dar clases en el Instituto "Torres Villarroel", después de haber sido profesor en varias ciudades españolas y en Estados Unidos. Además de profesor, fue novelista, dramaturgo y periodista. Ha recibido los más prestigiosos premios por su labor literaria entre ellos el Nacional de Narrativa, El Príncipe de Asturias de las Letras, el Azorín de Novela y el premio Miguel de Cervantes. Miembro de la Real Academia de la Lengua desde 1977.







Carmen Martín Gaite (1925-2000) / Plaza de los Bandos

Es una de las mejores y más prestigiosas escritoras españolas del siglo xx. Con ocho años empezó a escribir. La mayor parte de su obra son novelas y cuentos, pero también escribió teatro, libros de ensayo, textos periodísticos. Ha recibido destacados premios como el Nadal, el Nacional de Literatura y el Príncipe de Asturias de las Letras. Algunas de sus obras siguen estando entre las más vendidas en España. Entre los lectores jóvenes sigue leyéndose con interés Caperucita en Manhattan, una versión moderna y llena de fantasía del famoso cuento y un canto a la libertad.